sábado, 27 de octubre de 2012

Ciudadanos hipotecados



Ya ha sucedido. Ahora el partido que gobernó hasta no hace mucho se lamenta por no haber actuado y el que gobierna dice que ya está actuando. (Lo que ha hecho es elaborar una normativa de buenas prácticas que a lo más que llega es a la recomendación de agotar todas las vías antes deproceder al desahucio, y a la que “voluntariamente” se puede adherir el banco de turno).

Pero lo cierto es que se sigue aplicando una ley que echa de su casa al que no puede pagar la hipoteca y no por eso queda cancelada la deuda. No importa que esa ley esté caduca y que no responda a una realidad herida de muerte por la crisis económica. No importa que la responsabilidad de las concesiones hipotecarias están cuando menos compartidas entre prestamista y prestatario. No importa que para sanear las pérdidas de la banca el estado aporte dinero público.

Para cambiar la ley que hace posible este drama social hace falta voluntad política, valentía para enfrentarse al poder económico y sensibilidad para ponerse en la piel de los ciudadanos que pierden su trabajo, su casa y su vida. 

Poner fin a los desahucios debería ser una obligación para nuestros dirigentes y no una recomendación que emane de ellos. Y si ellos no lo entienden así, los ciudadanos debemos hacer que lo asuman. Presionemos desde todas las instancias. Ya está bien, pongamos fin a los desahucios. Tenemos hipotecada nuestra casa, pero no somos ciudadanos hipotecados ni vivimos en una sociedad de mierda. ¿O sí?

miércoles, 24 de octubre de 2012

Las mentiras de los políticos



Malcolm McDowell en una escena de "La Naranja mecánica"
Ya que el Ministro de Justicia quiere pasar a la posteridad como el mayor reformador del sistema jurídico español, digo yo que podría introducir alguna modificación en el Código Civil para que se castiguen, por ejemplo, las mentiras públicas de los políticos. Quizás de ese modo se ponga freno a las numerosísimas afirmaciones gratuitas y a tanta falsa promesa. Si esto llegara a suceder la lista de condenados sería inacabable.

No voy a empezarla, no daré nombres. Pero como estoy seguro de que el actual Ministro de Hacienda no tardaría en aparecer en ella, se me ocurre cual podría su castigo. ¿Recuerdan aquella escena de la película “La naranja mecánica” en la que aplican al protagonista un tratamiento de modificación de conducta consistente en obligarle a ver imágenes de gran violencia mientras suena música de Beethoven?

No quiero ser cruel con el ministro, pero no estaría de más que se tuviera que ver una selección de vídeos donde aparece él mismo diciendo una cosa hoy y la contraria mañana, con la misma cara (dura) y el mismo gesto de superioridad que muestra en todas sus comparencias, sea a través de esa sonrisita que no consigue reprimir o de ese acometer descalificador que aplica a quien se atreve a desdecirle. Lo que no acabo de ponerle es la música. ¿Alguna idea?

jueves, 18 de octubre de 2012

En casa y con la boca cerrada


No me gustan ni el bipartidismo ni las listas cerradas ni las circunscripciones provinciales, productos de unas leyes que ninguno de los alternantes en el poder pretende cambiar. A ellos les va bien. Pero me gusta que haya alternancia pese a que tengo mis preferencias. Así que no me doy golpes en el pecho cuando gobierna el partido que menos me atrae. Lo acepto como algo natural.

Sin embargo hay estilos, y unos se me hacen más soportables que otros. Prefiero la humildad del que se equivoca y lo asume a la soberbia del que yerra y arremete contra quien lo señala. Prefiero las lágrimas del que se disculpa a las risas chulescas del que lo niega todo. No me gusta el cinismo de la mayoría de los políticos, me molesta el doble uso que hacen de la palabra democracia, me revienta que conviertan la mentira en justificación, la vergüenza en arrogancia, la decisión en excusa, el silencio en aprobación y la resistencia ciudadana en delincuencia. Hay políticos que dan asco.